sábado, 13 de noviembre de 2010

TARDE DE SOL.

El día se presentaba con sus mejores colores,
el cielo celeste ausencia de nubes y exceso de calor,
las flores que había recogido de su jardín estaban hermosas
como siempre las puso en un florero con agua fresca
y decoró el rincón preferido de su habitación.

Luego de ir y venir decidió aquietarse y tomar una ducha fresca,
lavó su cabello, el agua se hacía dueña de cada rincón sin mediar traba alguna.

Comenzó a recordarlo podía sentir sus manos suaves pero firmes,
ver los detalles del dragón que él tenía tatuado en el brazo,
el calor se apoderó de sus pensamientos,
no pudo solo recordar quería que fuese real.

Salió de la ducha con la firme disposición de verlo
y ser su juguete una vez más.
Confirmó al teléfono que iría a verlo.

Llegó rauda con el cabello aún mojado,
el también había tomado una ducha fresca,
el calor era fuera de lo común para el comienzo de la primavera,
pero era una sensación nueva, un horario totalmente diferente,
al de otros encuentros que habían tenido.

La iluminación era total,
no había lugar ni deseos de esconder nada,
todo comenzó a mezclarse dulce y delicioso
él sabía lo que a ella le gustaba y le proporcionaba placer entregárselo.

Ella dejaba que los acontecimientos fluyeran naturalmente,
su boca saboreaba todo, desde la traspiración que emanaba de su cuello
hasta los fluidos más poderosos de su virilidad,
para ella él era un postre tentador, que no podía despreciar.

Podían ver perfectamente cada gesto,
mirarse a los ojos fijamente y sonreír,
ver detalles que en noches anteriores no habían conocido…

El se atrevió a jugar más con sus manos,
llevarlas a profundidades que no había explorado,
ella se abría como una flor para que el la mirara,
para que su tacto recibiera el elixir que emanaba de su intimidad,
el lograba que ese instante fuese lento, pero preciso,
mientras algo de brisa entraba por la ventana.

Volvieron los besos profundos ella arañaba su espalda,
mientras el entraba con fuerza en ese lugar que ahora era todo humedad.
Ella miraba como él se encendía, eso la exitaba demasiado,
había bastante tiempo para entregarse gozo.

No se cansaban a pesar del intenso calor de esta tarde,
sus formas calzaban, el tomaba sus manos para ir cada vez más profundo
ella con cada gesto y sonido lo incitaba, él la descifraba,
los labios de ella se hinchaban mientras su cara enrojecía.

Iba a explotar, quedaba poco,
él sabía cómo lograr que ese clímax fuese duradero,
poderoso y exquisito.

Se abrazaban se miraban,
volvían las caricias ahora más suaves, nada rompía esos instantes
eso los liberaba de la rutina,
de todo lo que el mundo y las responsabilidades les prohibían.

Son dueños de ese secreto, de esa complicidad.

Podían disfrutar de lo bueno de esta vida sin restricciones…

Sin prejuicios

2 comentarios:

  1. Logras encender la ferviente llama.
    Saludos.

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  2. ¡me excité!

    Ese va y viene me dejó acalorado y ........ cada vez me sorprendes con esa técnica genial de ir entrelazando todo, eres genial como escribes y como persona, felicidades.

    Besos eróticos para ti

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