LIMPIEZA

Hace mucho que no escribía quizás no tanto pero definitivamente siento que han sucedido muchas cosas en muy poco tiempo.

Un terremoto interno sacudió mi vida, no causó devastación, pero ayudó a liberar energía que estaba acumulada.

Quizás por eso lloré como guagua el día miércoles pasado, y también me alegré de quien más necesitaba se hiciera presente en ese instante por teléfono.

Una certeza de la vida es que no hay certezas, las cosas cambian y a veces sin que nos demos cuenta son para remecernos desde nuestros cimientos.

Volví a andar por caminos conocidos sin embargo ahora se ven más cuidados y prístinos, vi mi casa esa que me dio tanta alegría donde aprendí el sentido de familia y fui feliz de un modo que solo ahora puedo dimensionar.

Como ya dije, todo ha cambiado fueron modificaciones necesarias.

La calle se ve menos larga y la casa está más linda que antes, pero nació en mí una añoranza enorme, cayó la mujer fuerte y salió la niña, esa que usaba trenzas la que jugaba con los perros desde temprano cuando el sol daba en la ventana y me invitaba a correr en el jardín, sigue ahí la escalera que construyó papá, lo que me hizo extrañarlo de otra manera, no con la tristeza de su partida, sino con esa imagen de protector que yo tenía cuando habitábamos esa casa, hasta el número lo cambiaron ahora es 880 antes era 197…

Pero la casa sigue ahí y con ella los árboles que indican el tiempo trascurrido y la permanencia de la vida que se abre camino siempre, aunque uno esté lejos y dando miles de vueltas por otros caminos.

Definitivamente ha sido un mes de abundancia.

Dejé caer las barreras que endurecían mi corazón, abrí la puerta a los sentimientos, noté que soy mujer que tengo deseos y dolores, pero que aún las cosas importantes siguen dentro mío para recordarme que hay que ser valiente para sentir, para bajar la guardia y confiar.

Pongo fin a estar sola, no sé cuánto tiempo dure.

Pero eso tampoco importa, lo esencial acá es haber dado ese paso, el que curiosamente une lo que soy con lo que fui.

Gracias José Antonio por despertarme.