domingo, 24 de octubre de 2010

CONGRESO EN INVIERNO

Invierno temporada que siempre elige para compartir con sus colegas,
rigurosa, organizada, trabajólica así era ella.


Para variar estaba en uno de esos largos congresos,
llenos de hombres fútiles competitivos hambrientos de poder
obsesivos por verse más jóvenes, aunque muchos habían pasado largamente
la barrera de los 55 años, ella conocía a muchos,
no era la primera vez que trabajaban juntos,
un extraño grupo de 30 personas que solo estaban juntas
por compartir la misma profesión.
Cada uno con un punto de vista muy diferente y estos congresos servían
para intercambiar ideas y discutir horas que a veces a ella le parecían eternas.

Estaban en un centro invernal, la vista a las montañas majestuosas y a los bosques de pinos totalmente blancos, le hacían pensar en las bajas temperaturas que hacían fuera del recinto.
Llegó la hora del almuerzo y una hora de descanso antes de la próxima reunión.

Fue a uno de los salones a disfrutar del fuego de una chimenea,
comenzó a recordar a un amigo al que no veía hace tiempo,
fue él quien la ayudó en la transición de madre trabajadora a psicóloga reconocida.
El era quien le dedicaba tiempo cuando las cosas no eran positivas,
cuando a veces la tristeza la ahogaba.

Se transporto a una tarde de verano el sol era implacable
y ella llegó una tarde a verlo, él la esperaba como muchas otras veces,
la iluminación el su cuarto era deliciosa un una pequeña brisa entraba por la ventana
mientras ellos desnudos, conversaban, se mimaban
y hacían el amor mirándose a los ojos,
sonreían y dejaban que la naturaleza tomara su curso, una y otra vez,
ella ahora tan lejos podía sentir sus manos rodeándola,
acariciándola con ternura, besándola con suavidad,
dando espacio a esa pasión que los quemaba,
que les hacía tanto bien y que muchas veces los había enredado en ese mismo lugar.

Lo recordaba con nostalgia la vida los había llevado por diferentes caminos,
pero siempre había un lugar en sus recuerdos para él,
quien le dio tanto sin jamás exigir nunca nada a cambio.

Habían perdido el contacto hace al menos tres años
y ese fuego le hacía revivir esos encuentros que siempre le traían paz.

Ahora lo que menos tenía era eso, a pesar de trabajar en algo que la apasionaba,
ninguno de los hombres que conoció después tenía esa dulzura,
esos ojos brillantes, esa fuerza y suavidad tan bien equilibrada,
aunque en ese tiempo el no se considerara tan intenso.

Ella se durmió en el salón mientras su pensamiento estaba en esa tarde de verano,
cuando el tiempo se detenía para ellos.

Estaba por comenzar una nueva reunión uno de sus colegas se le acercó con cuidado,
para despertarla sin que ella se molestara.
Ella no lo había mirado tan de cerca, por un instante vio los ojos de su antiguo compañero,
sonrió mientras se incorporaba.

Él era el menor de sus colegas, algo mayor que ella, no se habían sentado cerca,
pero mientras iban al salón de reuniones él le confidenció que hace ya unos días la observaba
y había captado que ella estaba en un estado de añoranzas de un pasado que le daba felicidad.

Era psicólogo así como ella, sus impresiones eran certeras…

Quedaron en esperar la hora de la cena para conocerse mejor, aún quedaban 10 días para que finalizara este congreso.

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