sábado, 20 de marzo de 2010

SORPRESAS

Necesitaba sexo, ya era grande sabía que no quería envolver sueños,
ni albergar esperanzas, menos proyectarse con alguien.
Eso no era lo suyo, sus amigas le habían presentado muchos candidatos
y estaba cansada de eso.
Lo difícil era encontrar alguien para semejante idea, solo sexo sin tener problemas,
alguien que le inspirara confianza y que obviamente estuviera a la altura de esta experiencia.
El sexo puede ser algo muy interesante cuando no se busca nada más, sólo satisfacerse.

Hacía tiempo que no lo hacía y la embargaban pensamientos que la acaloraban y humedecían ese rincón que había olvidado tanto tiempo, primero el trabajo en ese complejo de empresas a las que asesoraba en inversiones llevaba trabajo a su casa y lo terminaba en la noches , hacer dinero para equipar el departamento que recién había comprado.

Terminó su MBA en Estados Unidos con calificaciones sobresalientes, y se daba gustos,
ropa de buenos diseñadores, tenía carteras, zapatos y accesorios que sus amigas envidiaban, uno de los dormitorios del departamento era su closet colgaban trajes blusas y todo lo del trabajo en el lado izquierdo, al fondo repisas con todos sus zapatos,
al lado derecho su ropa para estar en casa y hacer deportes su bicicleta elíptica en el centro de la habitación su equipo de música.

Todos los días a las 6:30 sonaba el despertador, encendía la música y se subía a la bicicleta 45 minutos de ahí a la ducha mientras el café se preparaba en su máquina Italiana en la impecable cocina.
Antes de las 8:00 estaba vestida, bajando el ascensor para subir a su mayor juguete,
el vehículo que siempre soñó y que contrastaba con la formalidad de su atuendo,
una camioneta 2.500 doble cabina que hizo importar directamente de Estados Unidos,
cuando volvió de estudiar, la única color cobre en Santiago con detalles cromados,
llantas de aleación, por supuesto un sistema de sonido espectacular, era la envidia de sus colegas varones, mientras ella bajaba de ese monstruo con gracia, nunca dejando de ser esa ejecutiva perfecta.
Definitivamente manejando semejante bestia nunca tuvo un accidente, fue en Estados Unidos que le perdió el miedo a las carreteras y obtuvo su licencia para conducir, Santiago para ella era un pueblo aún.

Faltaba una semana para su cumpleaños 30, sus amigas la mayoría casadas estaban organizando una salida para celebrar.
Viernes en la tarde salida temprano hora en el estilista, una vuelta por el Mall para comprar algo para la celebración del día siguiente, estaba contenta irradiaba seguridad, las metas logradas le daban potencia, mientras se desplazaba entre la gente.

Suena su móvil, no conoce el número, pero responde, es un hombre que le dice:
-Bella hace años que te busco, literalmente, conseguí tu dirección en New York
y ya te habías venido a Chile, di vuelta el mundo para conseguir tu número no me cuelgues-
-O.k. dice ella-
-¿Aún no sabes quién soy?-
-Realmente no, dame una pista-
-Gira lentamente hacia el café que está detrás de ti, estoy con una camisa roja…

Su corazón saltaba, mientras giraba con toda calma y su Smart Phone en la mano,
¿Quien estaba tan cerca y la había buscado tanto?

-¡Esteban!- Gritó con una alegría inmensa, hace más de seis años que no se veían. Colgó el teléfono y fue corriendo a abrazarlo.

El, guapo como lo recordaba pero más maduro, ella recién salida del estilista y con bolsas de las tiendas en la mano.
Fueron compañeros en la Universidad y lo último que supo de él fue que estaba en Europa.
Dar vuelta el mundo bella para encontrarte, viaje desde Inglaterra a New York y ya te habías ido.
Volví a Europa y llegué a Chile hace una semana.

Tuve el gusto de encontrarme con Isabel Margarita en Starbucks, logré que me diera tu número, obvio que me contó tu vida y milagros y que mañana celebras tu cumpleaños,
tengo un regalo que ha paseado continentes conmigo tras de ti,
un reloj bellísimo engarzado en brillantes una joya hermosa de diseñador.
Era algo que ella nunca imaginó y ese reloj en este momento adornaba su muñeca,
Esteban con sumo cuidado, se lo puso mientras miraba sus manos con admiración,
ella estaba absolutamente muda

-Habla que me das susto. ¿Te parece feo?
-No, es demasiado bello no puedo creer que anduvieras con esto buscándome…
-Una de las cosas que me hicieron partir a Europa era posicionarme después de mi MBA en Inglaterra, porque siempre pensé en tus proyectos cuando estudiábamos, tenía muy claro que no te ibas a casar y que cómo yo esperabas más de la vida y no me equivoqué.

Ella lo cayó con una largo beso dejaron el café y partieron al departamento,
ese lugar nunca visto por algún ojo masculino, el santuario máximo de lo que ella era,
muy bello acogedor y tranquilo.

Vinieron las caricias los abrazos, mas abrazos y mas caricias,
la ropa comenzó a molestar así comenzaron las prendas a caer, terminando en la cama,
un encuentro que nunca se dio, cuando eran compañeros de universidad,
ahora era tan natural, sin tapujos sin apuros una noche plena,
dos amigos que estuvieron haciendo su camino para converger en ese instante.

Vieron salir el sol en la cordillera, ya era su cumpleaños,
Estaban la abrazaba con fuerzas y ella se dejaba querer.

Estuvieron enredados entre las sábanas hasta pasado el mediodía,
recordando su época de universidad y poniéndose al día,
las historias del resto de los amigos que verían mas tarde.

Esteban había recorrido el mundo y la encontró.
Ella necesitaba sentirse mujer, pero no imaginó nunca que alguien pensaba en ella,
por tanto tiempo, menos él, sus treinta años comenzaban de la mejor manera posible,
un novio, sus amigas, su carrera y toda la vida por delante.

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