viernes, 17 de septiembre de 2010

SOL DE SEPTIEMBRE.


La luz de la mañana brillaba en su ventana,
aunque sus cortinas aún continuaban cerradas,
hay cosas que no se pueden esconder...

La primavera nuevamente hacía brotar sus árboles, arbustos
y las flores que tenía para cortar estaban cargándose de botones,
el paso del tiempo era imponente, ella no podía negar esos pequeños milagros
que estaban cerca de su visión en su jardín que una vez más regalaba colores
para cuando ella deseara mirar.

Sus formas dejaban de estar ocultas para los ojos que la veían pasar,
no era necesario tanto abrigo el sol comenzaba a entibiar el ambiente,
mientras una brisa suave traía aromas a jazmín del jardín de la esquina,
definitivamente un festín para los sentidos,
ella dedicaba tiempo a sentir esas cosas,
que los demás en su arduo caminar no se detenían a disfrutar.

Era una creatura extraña salía a caminar con música en sus oídos
y tomaba fotografías de las cosas más sencillas,
pero que sabía nadie apreciaba.

Más de una vez equivocó el rumbo,
el amor le era un sentimiento esquivo,
deseaba sentirlo, pero al mismo tiempo,
le daba pánico perder esta libertad de ir y venir.

Muchas noches sola en su cama
deseó tener unos brazos rodeándola,
poder sentirse contenida por alguien,
deseada como si no hubiera otra, como si el tiempo se acabara.

Porque sabía que no era dueña del tiempo,
en realidad no era dueña de nada,
en esas noches que hacía calor quiso sentir a alguien a su lado,
escuchar un corazón latiendo, sus esperanzas eran pequeñas,
sus aspiraciones mínimas y a la vez inalcanzables.

La soledad golpeaba su cuerpo pero no era la primera vez,
tenía motivos de sobra para seguir viviendo,
pero dejaba de lado sentir, porque no había nadie que le motivara a volar,
con la piel que tantas caricias y besos necesitaba.

Se ilusionaba con caballeros que podían ofrecerle paz a su espíritu,
pero las cosas eran más básicas y terrenales lo que impedía su anhelado vuelo.
No había un alma igual a ella y eso la hacía perder las esperanzas.
Podía entregar su cuerpo, su boca, su deseo, pero elevarse era totalmente imposible.

Cuando la noche llega y hay un silencio que molesta,
ella trata de imaginar dónde estará esa persona que la hará abrir sus alas,
para remontarse en lo alto junto a ella, se cansó de buscar, ahora solo espera.

Su piel es tersa, sus ojos brillan, su cabello es suave,
pero quién podrá mover su mundo a tal punto que sus alas crezcan
y pueda en el instante de conocerlo, perder el recato,
la prudencia y el juicio
para tocar las estrellas en ese viaje que aún no tiene itinerario fijo.

Abandonarse en sus brazos y que sus ojos color cielo
miraran la profundidad de su alma,
era algo que no le pertenecía,
pero que deseaba tener aunque solo una vez fuera,
para aquietar su espíritu que divagaba bajo el sol tibio de Septiembre.

1 comentario:

  1. La primavera anuncia tu despertar tu perdición pues mientras dormías esperando el justo momento de brotar como todos los arboles en flor extender tu alas y ser libre pero querida con una piel tersa que se resiste al ajetreo de los años que marque un antes y un nunca más. Las estaciones pasan y como Penelope esperas en el andén aquel amor que nunca volverá para cuando las lágrimas secas en tus ojos te anuncien que el tiempo se acabo, que harás destello de princesa con sueños de principe. Despierta mi bien de la extraña ensoñación, el mundo como lo conoces no es ni mágico ni terrenal, sin embargo puedes volar.

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